El gasto público en medicamentos se ha convertido en una bomba de relojería para la Sanidad española en su conjunto. No porque resulte innecesario ni porque su crecimiento sea realmente explosivo. De hecho, en los últimos años algunas medidas de control y numerosos trampeos han impedido que el alza sobrepase a la subida del PIB, lo que constituiría el punto crítico. Sin embargo, la fracción creciente que representa dentro del parco pastel presupuestario sanitario cercena la posibilidad de inyectar fondos adicionales a otros capítulos vitales como el I, el de los salarios de los profesionales, o el de las inversiones en obra nueva o de reposición. Con ligeras variaciones de una comunidad a otra, puede afirmarse sin riesgo de error que el dinero destinado al pago de los fármacos representa ya alrededor de un tercio del presupuestado para toda la Sanidad en cada territorio, una fracción todavía asumible pero en el límite de lo recomendable. El problema es que tenderá a ser mucho mayor. Read more…
Autor Sergio Alonso
Fundador y director del suplemento A tu salud del diario LA RAZÓN